La brecha de rendimiento (en inglés, yield gap) es un concepto financiero que compara la rentabilidad de dos activos distintos, generalmente con diferentes niveles de riesgo, liquidez o duración, con el objetivo de evaluar si uno está más infravalorado o sobrevalorado respecto al otro. Suele utilizarse como herramienta de análisis para tomar decisiones de inversión, especialmente en contextos de renta fija frente a renta variable.

De forma habitual, se utiliza para comparar la rentabilidad por dividendo de las acciones de una empresa o de un índice bursátil con el rendimiento de los bonos del Estado a largo plazo. La diferencia resultante (positiva o negativa) se denomina brecha de rendimiento.


Fórmula básica

La brecha de rendimiento se puede calcular mediante la siguiente fórmula:

Brecha de rendimiento = Rentabilidad por dividendo – Rentabilidad del bono soberano

  • Si el resultado es positivo, puede interpretarse como una señal de que la renta variable está infravalorada respecto a la renta fija, y por tanto sería más atractiva.
  • Si es negativo, podría indicar que los bonos ofrecen un retorno más atractivo en comparación con el riesgo de la renta variable.

Ejemplo práctico

Supongamos que:

  • El índice bursátil IBEX 35 ofrece una rentabilidad por dividendo del 4%.
  • El bono del Estado español a 10 años ofrece una rentabilidad del 2%.

En este caso, la brecha de rendimiento sería:

4% – 2% = 2%

Una brecha positiva del 2% podría interpretarse como que las acciones están ofreciendo un rendimiento relativamente atractivo en comparación con los bonos, lo que puede fomentar la inversión en renta variable.


Interpretación económica

La brecha de rendimiento puede ser una herramienta útil para valorar el atractivo relativo entre distintas clases de activos, especialmente en los siguientes contextos:

  • Valoración relativa entre renta fija y renta variable.
  • Evaluación del riesgo percibido en los mercados.
  • Análisis de rotación de carteras por parte de grandes inversores institucionales.
  • Detección de posibles burbujas o desequilibrios entre clases de activos.

En general:

  • Una brecha amplia a favor de la renta variable puede indicar que los inversores están asumiendo más riesgo a cambio de mayor rentabilidad.
  • Una brecha estrecha o negativa puede reflejar preferencia por la seguridad, por ejemplo, en periodos de incertidumbre o crisis.

Limitaciones del indicador

Aunque es una herramienta interesante, la brecha de rendimiento no debe usarse de forma aislada para tomar decisiones de inversión. Tiene limitaciones importantes:

  • No tiene en cuenta el crecimiento futuro de los beneficios ni de los dividendos.
  • Los dividendos pueden ser recortados o suspendidos si la empresa tiene problemas financieros.
  • Los tipos de interés están sujetos a decisiones de política monetaria, lo que puede distorsionar la comparación.
  • No considera la volatilidad ni la liquidez de los activos comparados.

Además, la interpretación depende del contexto macroeconómico. Por ejemplo, en un entorno de tipos de interés muy bajos, como ha ocurrido en la zona euro en la última década, la brecha puede ser elevada simplemente porque la renta fija ofrece rentabilidades ínfimas, no necesariamente porque la renta variable esté especialmente barata.


Uso por parte de inversores y analistas

Este indicador es especialmente útil para:

  • Gestores de carteras, que deben decidir cuánto capital asignar a renta fija y cuánto a renta variable.
  • Analistas de mercados, que evalúan si un mercado está sobrecomprado o infravalorado.
  • Inversores conservadores, que buscan señales de cuándo puede ser más rentable asumir algo más de riesgo.
  • Estrategas macroeconómicos, que estudian el flujo de capitales entre activos y sus consecuencias en la economía.