En el ámbito financiero, el término ejecución hace referencia al proceso mediante el cual una orden de compra o venta de un instrumento financiero se lleva a cabo efectivamente en el mercado. Es decir, la ejecución es el momento en que una orden pasa de ser una simple instrucción a convertirse en una transacción real entre dos partes.
La calidad y condiciones de ejecución de una orden son fundamentales para el inversor, ya que pueden influir directamente en el precio conseguido, el coste total de la operación, y la rapidez con la que se materializa la inversión o desinversión.
¿Cómo funciona la ejecución de una orden?
Una vez que un inversor da una orden de compra o venta (por ejemplo, “comprar 100 acciones de Repsol a mercado”), esta instrucción pasa por una serie de etapas:
- Transmisión: la orden se transmite desde el inversor (persona física o jurídica) a su intermediario o entidad financiera.
- Enrutamiento (routing): el intermediario determina a qué mercado o sistema de negociación enviar la orden.
- Ejecución: se realiza la operación concreta de compra o venta, según las condiciones establecidas.
- Liquidación: se intercambian los títulos y el efectivo entre comprador y vendedor, normalmente dos días hábiles después (D+2).
- Registro: se anota la operación en los sistemas contables del intermediario y del mercado.
Tipos de ejecución según el tipo de orden
La forma en que se ejecuta una orden depende del tipo de instrucción dada por el cliente:
- Orden a mercado: se ejecuta al mejor precio disponible en ese momento. Prioriza rapidez.
- Orden limitada: sólo se ejecuta si se alcanza el precio máximo (en compras) o mínimo (en ventas) indicado por el cliente. Prioriza el control del precio.
- Orden por lo mejor: se ejecuta al mejor precio disponible, pero si no hay contrapartida, no se mantiene en el libro de órdenes.
- Orden stop: se ejecuta cuando el precio alcanza un determinado nivel de activación.
Cada modalidad implica diferentes riesgos y grados de control sobre la ejecución.
Ejecución directa vs. intermediada
- Ejecución directa: el cliente utiliza plataformas electrónicas que dan acceso directo a los mercados (Direct Market Access, DMA).
- Ejecución intermediada: la orden pasa a través de un broker o intermediario, que puede ejecutarla directamente o remitirla a terceros.
En ambos casos, es fundamental que la entidad actúe con diligencia, transparencia y en el mejor interés del cliente, conforme a la normativa vigente.
Principio de mejor ejecución
Según la MiFID II (Directiva europea sobre mercados de instrumentos financieros), las entidades que prestan servicios de inversión están obligadas a cumplir el principio de “mejor ejecución”, que implica tener en cuenta varios factores para lograr el mejor resultado posible para el cliente:
- Precio
- Costes totales
- Rapidez de ejecución
- Probabilidad de ejecución y liquidación
- Tamaño y naturaleza de la orden
- Cualquier otra consideración relevante
Las entidades deben tener políticas claras de ejecución y revisarlas regularmente. También están obligadas a publicar informes periódicos sobre la calidad de ejecución.
Ejecución en mercados regulados y no regulados
Las órdenes pueden ejecutarse en distintos entornos:
- Mercados regulados: como Bolsas de Valores.
- Sistemas multilaterales de negociación (SMN) o plataformas alternativas.
- Internalizadores sistemáticos: entidades que ejecutan por cuenta propia sin acudir al mercado.
- OTC (over-the-counter): ejecución directa entre partes fuera del mercado organizado.
Cada entorno tiene implicaciones distintas en cuanto a transparencia, costes y rapidez.
Riesgos relacionados con la ejecución
- Slippage: diferencia entre el precio esperado y el precio real de ejecución.
- Latencia: retrasos por cuestiones técnicas o congestión de red.
- Falta de liquidez: imposibilidad de encontrar contrapartida al precio deseado.
- Errores de enrutamiento o interpretación de la orden.
Por ello, es clave operar con entidades que garanticen una ejecución eficiente y segura, especialmente en mercados volátiles.
La ejecución es un elemento esencial de toda operación financiera. No basta con tomar la decisión de invertir o desinvertir; el momento, la forma y el canal de ejecución pueden marcar una gran diferencia en el resultado final para el inversor.