Un producto estructurado es un instrumento financiero que combina dos o más componentes financieros tradicionales —normalmente un activo de renta fija y un derivado financiero— para ofrecer una rentabilidad que está ligada a la evolución de uno o varios activos subyacentes, como pueden ser índices bursátiles, acciones, tipos de interés, divisas o materias primas.
Estos productos están diseñados para adaptarse a distintos perfiles de riesgo y expectativas de mercado, y son utilizados tanto por inversores minoristas como por institucionales, aunque su complejidad requiere un conocimiento adecuado de su funcionamiento.
Estructura básica de un producto estructurado
Un producto estructurado suele componerse de:
🔹 Un componente de renta fija (como un bono): garantiza, total o parcialmente, la devolución del capital invertido al vencimiento.
🔹 Un derivado financiero (como una opción): determina la rentabilidad en función del comportamiento del activo subyacente.
Por ejemplo, un producto estructurado puede garantizar el 100 % del capital al vencimiento y ofrecer una rentabilidad variable si el índice Euro Stoxx 50 sube durante los próximos 3 años. Si no sube, el inversor solo recupera su capital inicial (sin rentabilidad adicional).
¿Cómo funciona?
El emisor del producto utiliza parte del dinero del inversor para comprar un bono (por ejemplo, un bono a 3 años) que devuelva el 100 % del capital al vencimiento. El resto del capital se utiliza para adquirir una opción financiera que determine si habrá o no una rentabilidad adicional en función del comportamiento del subyacente.
Existen también productos estructurados sin garantía de capital, en los que se asume un mayor riesgo a cambio de una posible rentabilidad más elevada.
Tipos de productos estructurados
Existen muchas formas de estructurar estos productos. Algunos de los más habituales son:
- Notas estructuradas ligadas a índices: rentabilidad variable según el comportamiento de un índice bursátil.
- Depósitos estructurados: combinan características de un depósito bancario tradicional con un derivado.
- Bonos autocancelables: se cancelan anticipadamente si se cumplen ciertos niveles de referencia.
- Productos con barreras: si el activo subyacente toca cierto nivel, la protección del capital puede desaparecer.
Cada uno tiene plazos, condiciones y riesgos específicos, por lo que es esencial leer con detalle el folleto informativo antes de invertir.
Ventajas de los productos estructurados
✅ Posibilidad de proteger total o parcialmente el capital invertido (en función del diseño).
✅ Exposición a activos complejos con menor desembolso inicial.
✅ Acceso a estrategias sofisticadas (derivados, barreras, opciones) sin operar directamente en esos mercados.
✅ Personalización: se pueden adaptar a escenarios concretos de mercado (alcista, lateral, bajista).
Riesgos y consideraciones
❌ Complejidad: su funcionamiento no siempre es fácil de entender para el inversor medio.
❌ Riesgo de emisor: si la entidad que emite el producto quiebra, puede que no se recupere el capital.
❌ Riesgo de mercado: si no se cumplen los escenarios previstos, la rentabilidad puede ser nula o negativa.
❌ Poca liquidez: muchos productos estructurados no se pueden vender fácilmente antes del vencimiento.
❌ Costes ocultos: aunque no siempre explícitos, algunos productos incluyen comisiones implícitas.
Por este motivo, la normativa MiFID II exige que se evalúe la conveniencia de estos productos antes de ofrecérselos a un inversor minorista, mediante un test de conveniencia o idoneidad, dependiendo del caso.
¿Para quién están pensados?
Los productos estructurados están pensados para:
- Inversores con conocimientos financieros medios o avanzados.
- Personas que desean acceder a mercados o activos concretos sin invertir directamente.
- Aquellos que buscan alternativas a los productos tradicionales de renta fija o renta variable.
- Inversores dispuestos a mantener su inversión hasta el vencimiento.
No son adecuados para perfiles conservadores sin conocimiento del riesgo que asumen o para quienes necesitan liquidez inmediata.
En resumen, un producto estructurado es una solución financiera que puede ofrecer oportunidades interesantes de rentabilidad en determinados escenarios, pero cuya complejidad, coste y riesgo exigen un análisis profundo y asesoramiento profesional antes de su contratación.