El test de conveniencia es una herramienta regulatoria utilizada por las entidades financieras para evaluar si un cliente minorista posee los conocimientos y la experiencia necesarios para comprender los riesgos asociados a determinados productos financieros, especialmente aquellos considerados complejos. Este test es obligatorio en el marco de la normativa MiFID II (Directiva sobre Mercados de Instrumentos Financieros), en vigor en la Unión Europea.
Su finalidad principal es proteger al inversor evitando que acceda a productos que no comprende adecuadamente y, por tanto, que puedan poner en riesgo su patrimonio.
¿En qué se diferencia del test de idoneidad?
Es importante no confundir el test de conveniencia con el test de idoneidad, aunque ambos son exigidos por MiFID II:
- El test de conveniencia se aplica cuando el cliente da órdenes directas de compra sin asesoramiento. Su objetivo es comprobar si el producto es comprensible para él.
- El test de idoneidad se aplica cuando el cliente recibe asesoramiento financiero o gestión de carteras, y evalúa también su situación financiera y objetivos de inversión.
Por tanto, el test de conveniencia se refiere a la aptitud técnica del cliente, mientras que el test de idoneidad tiene un enfoque más completo.
¿Cuándo se realiza el test de conveniencia?
Se aplica en las siguientes situaciones:
- Cuando el cliente desea contratar un producto complejo sin asesoramiento financiero personalizado.
- Cuando la entidad ofrece el servicio de recepción y transmisión de órdenes, sin entrar en recomendaciones.
- En la contratación online de productos financieros complejos, donde el contacto con el cliente es mínimo.
¿Qué se entiende por producto complejo?
Algunos ejemplos de productos considerados complejos según la CNMV y la normativa europea son:
- Derivados financieros (opciones, futuros, CFDs).
- Participaciones en hedge funds o fondos de inversión libre.
- Productos estructurados.
- Deuda subordinada y preferentes.
- ETFs con apalancamiento.
- Warrants.
Los productos simples, como depósitos, acciones cotizadas o bonos sencillos, no requieren test de conveniencia.
¿Qué preguntas incluye el test de conveniencia?
Las entidades deben formular un cuestionario que permita conocer la formación financiera, la experiencia previa y el conocimiento del cliente sobre el producto que desea contratar. Algunas preguntas habituales son:
- ¿Ha invertido anteriormente en este tipo de productos?
- ¿Con qué frecuencia ha realizado operaciones similares?
- ¿Cuál es su nivel de estudios en relación con economía o finanzas?
- ¿Comprende usted el riesgo de pérdida total o parcial del capital invertido?
- ¿Sabe cómo funciona este producto en distintos escenarios de mercado?
Las preguntas deben estar formuladas de manera clara y objetiva, y deben estar justificadas documentalmente.
¿Qué ocurre si el test no se supera?
Si el cliente no supera el test de conveniencia, es decir, si la entidad concluye que no posee los conocimientos suficientes para contratar el producto, debe:
- Advertírselo expresamente, dejando constancia de dicha advertencia.
- Permitirle seguir adelante con la operación, si el cliente insiste, pero bajo su responsabilidad.
- En algunos casos, negar directamente el acceso si la entidad lo considera muy arriesgado o no puede justificar su actuación ante el supervisor.
En todo caso, el cliente debe haber sido informado adecuadamente y de forma documentada.
¿Quién regula el test de conveniencia?
En España, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) supervisa que las entidades apliquen correctamente el test de conveniencia, en cumplimiento de la normativa MiFID II. También puede imponer sanciones en caso de:
- Test mal formulados.
- Contrataciones sin prueba del test.
- Omisión de advertencias al cliente.
- Casos sistemáticos de comercialización inadecuada.
Importancia del test de conveniencia
El test de conveniencia es clave para:
- Proteger a los inversores minoristas frente a productos que no entienden.
- Fomentar la transparencia y la responsabilidad en la comercialización de productos financieros.
- Evitar conflictos legales en caso de pérdidas, al documentar el nivel de información del cliente.
- Mejorar la calidad del servicio ofrecido por las entidades financieras.