La gestión de carteras es el proceso mediante el cual se toman decisiones estratégicas y tácticas sobre la selección, combinación, seguimiento y ajuste de los activos financieros que componen una cartera de inversión, con el objetivo de maximizar la rentabilidad esperada minimizando el riesgo, en función del perfil, los objetivos y el horizonte temporal del inversor.
Puede realizarse de forma individual o delegarse en gestores profesionales o entidades especializadas, y constituye una disciplina clave dentro del ámbito financiero y patrimonial.
Objetivos de la gestión de carteras
Los principales objetivos de la gestión de carteras son:
- Rentabilidad: obtener una ganancia sobre el capital invertido.
- Riesgo controlado: asumir solo el riesgo necesario en función del perfil del inversor.
- Diversificación: repartir el capital entre diferentes activos para reducir la exposición a factores específicos.
- Adecuación al perfil del inversor: cada cartera debe ajustarse a la tolerancia al riesgo, situación financiera y metas personales del cliente.
- Seguimiento y ajuste continuo: adaptar la cartera a los cambios del mercado, la fiscalidad o las circunstancias del titular.
Modalidades de gestión de carteras
1. Gestión discrecional
El cliente delega la toma de decisiones en un gestor profesional, que actúa en su nombre según un mandato previamente acordado. Es habitual en servicios de banca privada o gestoras independientes. El cliente no interviene en el día a día.
2. Gestión asesorada
El gestor o asesor ofrece recomendaciones, pero es el cliente quien toma la decisión final sobre cada movimiento. Requiere una implicación más activa del inversor.
3. Gestión automatizada (robo-advisors)
Plataformas digitales como Indexa Capital, Finizens o InbestMe ofrecen carteras automatizadas ajustadas al perfil de cada cliente, con costes muy bajos y gestión pasiva basada en ETFs. Es una opción cada vez más popular.
Tipos de estrategias de gestión
1. Gestión activa
El gestor busca superar al mercado mediante una selección cuidadosa de activos, rotación táctica y análisis continuo. Supone comisiones más altas, pero también una oportunidad de obtener mayor rentabilidad si se acierta en las decisiones.
2. Gestión pasiva
Consiste en replicar un índice de referencia (benchmark), como el S&P 500 o el Euro Stoxx 50. No busca batir al mercado, sino acompañarlo. Tiene comisiones mucho más bajas y una elevada transparencia.
3. Gestión híbrida
Combina elementos de ambas, ajustando partes de la cartera de forma activa y dejando otras indexadas.
Proceso de gestión de una cartera
1. Análisis del cliente y perfilado
Se evalúan factores como:
- Tolerancia al riesgo.
- Horizonte temporal.
- Conocimientos financieros.
- Necesidades de liquidez.
- Objetivos financieros (ahorro, jubilación, rentas periódicas, etc.).
2. Diseño de la estrategia
Se define la composición inicial de la cartera (renta variable, fija, liquidez, activos alternativos) y se fijan los límites de desviación y los criterios de rebalanceo.
3. Ejecución de las inversiones
Selección de productos concretos: fondos, ETFs, bonos, acciones, etc.
4. Seguimiento y rebalanceo
Evaluación periódica del rendimiento y ajuste de la distribución de activos para mantener el equilibrio deseado según los movimientos del mercado.
Riesgos en la gestión de carteras
- Riesgo de mercado: variaciones inesperadas en los precios de los activos.
- Riesgo de crédito: posibilidad de impago por parte de emisores de deuda.
- Riesgo de liquidez: dificultad para vender activos en ciertos momentos.
- Riesgo de concentración: falta de diversificación.
- Riesgo de gestión: malas decisiones por parte del gestor o falta de alineación con el cliente.
Una buena gestión debe identificar, medir y mitigar estos riesgos constantemente.
Regulación y supervisión
En España, los servicios de gestión de carteras están regulados por la Ley del Mercado de Valores y supervisados por la CNMV (Comisión Nacional del Mercado de Valores). Las entidades que prestan este servicio deben:
- Tener autorización previa.
- Actuar con diligencia, honestidad y transparencia.
- Cumplir las normas de idoneidad y evaluación continua del cliente.
- Informar periódicamente sobre el rendimiento y composición de la cartera.

