Un fondo solidario es un tipo de fondo de inversión que combina la rentabilidad financiera con un propósito social. Su característica distintiva es que una parte de los beneficios, comisiones o patrimonio gestionado se destina a fines solidarios o sociales, como proyectos de cooperación, investigación médica, medio ambiente, educación, lucha contra la pobreza, entre otros.
Aunque su funcionamiento básico es similar al de otros fondos de inversión, lo que lo diferencia es su compromiso con causas sociales. Esta dimensión ética lo convierte en una opción atractiva para inversores que desean contribuir al bien común sin renunciar a obtener rentabilidad por su dinero.
¿Cómo funcionan?
Los fondos solidarios pueden estructurarse de varias formas, dependiendo de cómo se canalicen los recursos hacia los fines sociales:
- Donación de comisiones: la gestora o la comercializadora del fondo renuncia a parte de sus comisiones de gestión o suscripción para donarlas a organizaciones sin ánimo de lucro.
- Cesión de parte de la rentabilidad: en algunos casos, los propios partícipes pueden optar por donar una parte de sus beneficios a entidades benéficas.
- Inversión en empresas con impacto social: algunos fondos solidarios invierten en compañías que tienen un impacto positivo directo en la sociedad, como proyectos de energías limpias, acceso a la educación o microcréditos.
Estas fórmulas pueden combinarse, y siempre deben estar claramente detalladas en el folleto del fondo, indicando a qué causa se destinarán los recursos, qué porcentaje se dona y con qué criterios.
¿Quién gestiona los fondos solidarios?
Los fondos solidarios son ofrecidos por entidades financieras tradicionales —bancos, aseguradoras, gestoras de fondos— que establecen alianzas con organizaciones sociales, ONGs o fundaciones. Algunas gestoras especializadas en inversión socialmente responsable también incluyen fondos solidarios dentro de su gama de productos.
Estas gestoras suelen seleccionar cuidadosamente a las entidades receptoras de las donaciones, y en muchos casos publican informes anuales o semestrales donde informan del destino de los fondos y de los resultados obtenidos en los proyectos apoyados.
¿Qué tipo de inversores los eligen?
Este tipo de producto está pensado para inversores que valoran el compromiso social y que desean que su dinero contribuya a una causa sin dejar de invertir en los mercados financieros. Suelen atraer a:
- Personas comprometidas con la justicia social, la sostenibilidad o la cooperación internacional.
- Inversores que buscan alinear sus inversiones con sus valores personales.
- Empresas que desean cumplir criterios de responsabilidad social corporativa.
- Instituciones religiosas o fundaciones que buscan inversiones éticas.
¿Qué rentabilidad ofrecen?
En general, los fondos solidarios buscan ofrecer una rentabilidad similar a la de fondos tradicionales de perfil conservador o moderado. Su rendimiento dependerá de la composición de la cartera, que puede incluir renta fija, renta variable o activos mixtos, y del entorno económico.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que una pequeña parte de los beneficios o comisiones se destinará a la causa solidaria, lo que puede reducir levemente la rentabilidad neta del inversor. Aun así, para muchos partícipes, este “coste” es asumido con satisfacción al saber que están contribuyendo a un fin positivo.
Regulación y transparencia
En países como España, los fondos solidarios están regulados por la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), igual que cualquier otro fondo de inversión. Están obligados a cumplir con los requisitos de información, transparencia y protección al inversor.
Además, la transparencia en cuanto al destino de los recursos solidarios es clave para mantener la confianza. Muchas gestoras ofrecen información detallada sobre las entidades beneficiarias, el uso de los fondos y los resultados obtenidos en los proyectos sociales apoyados.