¿Qué son las normas de conducta en los mercados financieros?

Las normas de conducta son un conjunto de principios, reglas y obligaciones que deben cumplir las entidades que prestan servicios de inversión, con el objetivo de proteger al inversor, garantizar la transparencia del mercado y preservar su integridad. Estas normas están recogidas en la normativa financiera europea y nacional, y se aplican a bancos, gestoras de fondos, sociedades de valores, agentes financieros y otros intermediarios autorizados.

La finalidad de las normas de conducta es asegurar que las entidades actúan en el mejor interés del cliente, evitando conflictos de interés, proporcionando información veraz y adecuada, y evaluando correctamente si los productos son adecuados para cada perfil de inversor.


Marco legal y supervisión

En España, las normas de conducta están reguladas principalmente por:

  • La Ley del Mercado de Valores.
  • La Directiva MiFID II (Markets in Financial Instruments Directive), de aplicación europea.
  • La normativa de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Estas reglas son de obligado cumplimiento y forman parte de los controles que lleva a cabo la CNMV sobre las entidades registradas.


Principios básicos de las normas de conducta

Las normas de conducta se articulan en torno a varios principios esenciales:

Actuar en el mejor interés del cliente: ante cualquier decisión, la prioridad debe ser el interés del cliente.
Transparencia y claridad informativa: la entidad debe proporcionar información comprensible, completa y no engañosa sobre productos, costes, riesgos y derechos.
Gestión adecuada de conflictos de interés: se deben identificar, prevenir y, si no es posible, comunicar los conflictos de interés.
Evaluación de la idoneidad y conveniencia: se debe valorar si el producto financiero es adecuado para el cliente, a través de los llamados test de idoneidad y test de conveniencia.
Ejecutar órdenes de forma diligente y rápida: asegurando una ejecución óptima para el cliente.
Protección de los activos del cliente: diferenciando claramente entre los recursos propios de la entidad y los fondos del cliente.
Actuar con diligencia, transparencia y equidad: evitando prácticas que puedan distorsionar el mercado.


Aplicación práctica de las normas de conducta

Estas normas afectan al día a día de las relaciones entre el cliente y las entidades financieras. Algunos ejemplos son:

  • Antes de vender un fondo de inversión, el asesor debe informar sobre los riesgos, comisiones, posibles escenarios y compararlo con otras alternativas.
  • Al recomendar un producto estructurado, la entidad debe comprobar que el cliente comprende su funcionamiento y si es adecuado para su perfil.
  • En la ejecución de órdenes de compra/venta, debe asegurarse que el cliente reciba el mejor precio disponible en el mercado, dentro de lo posible.

También abarcan la obligación de registro y conservación de comunicaciones, como grabaciones telefónicas o correos electrónicos, para poder demostrar que se ha actuado correctamente.


Normas específicas para clientes minoristas y profesionales

La normativa distingue entre:

  • Clientes minoristas: se les ofrece el mayor nivel de protección, al presumirse que tienen menos conocimientos financieros.
  • Clientes profesionales: se les exige menor información y pueden asumir productos más complejos.
  • Contrapartes elegibles: entidades financieras o institucionales con el menor nivel de protección normativa.

Este enfoque de protección proporcional es clave en la MiFID II y afecta directamente a la forma en que las entidades interactúan con cada tipo de cliente.


Consecuencias del incumplimiento

El incumplimiento de las normas de conducta puede acarrear:

Sanciones económicas impuestas por la CNMV.
Daño reputacional a la entidad.
Responsabilidad civil o penal, en los casos más graves.
Obligación de indemnizar al cliente, si ha habido perjuicio económico derivado de mala praxis.

Por este motivo, las entidades suelen contar con departamentos de cumplimiento normativo (compliance) que supervisan internamente el cumplimiento de estas normas.


Las normas de conducta son uno de los pilares fundamentales de la regulación financiera moderna. Su correcto cumplimiento no solo protege al inversor, sino que también refuerza la confianza en los mercados y mejora la calidad de los servicios financieros ofrecidos por las entidades autorizadas.